Listen Without Prejudice Vol. II

Un universo personal e instranferible de intereses, aficiones y desvaríos capturado en este espacio. Cómics, cine, televisión, literatura, deportes, música... entra y escucha sin prejuicios.

lunes, 3 de abril de 2006

Motivos para no dormir.

El otro día me comentaba un amigo que en su casa los fines de semana no puede dormir por la mañana porque sus padres y su hermano pequeño enseguida empiezan a hacer ruido y le despiertan. Yo le contesté que no es mi caso, que en mi casa mi familia suele respetarme mucho el sueño. Sin embargo, no es del todo cierto que mi casa sea un remanso de paz y que se pueda dormir con tranqulidad. De hecho, más bien hay un buen montón de motivos que alteran mi dulce sueño reparador. Estos son algunos de ellos.

Las putas obras. No tuvieron mejor idea que tirar la casa antigua que había enfrente de la mía y hacer un nuevo edificio. Es posible que el infierno sea algo parecido a tener una obra de un edificio enfrente de tu casa. Ruidos continuos, fuertes y desagradables desde las 8 de la mañana hasta las 7 de la tarde, y no puede decirse precisamente que los albañiles sean personas delicadas que piensen en los demás cuando tienen que hacer su trabajo. Menos mal que hace unos meses la terminaron ya, aunque aún quedan algunos cabos sueltos, como los bajos del edificio que todavía están en construcción y por tanto generan ruidos de vez en cuando.

El perro del vecino de abajo. De vez en cuando mis vecinos de abajo se dejan al perro en el balcón justo debajo de mi casa. Se ve que el animalillo (porque es un perro chiquitajo) se aburre, tiene frío o quiere vengarse de los malvados humanos que lo han aislado en medio hostil, así que le da por ladrar con un ladrido ridículo pero chillón y poco recomendable para el oído de una persona que quiere dormir. Menos mal que no son todas las noches.

La máquina que limpia las calles. Puede sonar un poco raro esto, pero a eso de las 7 de la mañana pasa la máquina del ayuntamiento que va limpiando las calles, que hace un ruido de mil demonios y no pocas noches me despierta, sobre todo en verano que suelo dormir con la ventana abierta. Me pregunto yo si no hay más horas al día para limpiar las calles, y en caso de que no las hubiera, si no podrían desarrollar algún método menos ruidoso para hacerlo, mecagontó.

El vecino de arriba. La última adquisición, y tal vez la más estrambótica y que tiene su cierta gracia. Resulta que el vecino de arriba se entrega con su pareja a las pasiones carnales en una cama vieja a la que le chirrían (mucho) los muelles. Parece gracioso, ¿verdad?, menos cuando te despiertan a media noche con el ruidillo machacón e incluso algún gritito de la afortunada fémina que ha caído en las dulces sábanas de semejante semental. Porque hay días que es no parar, oiga, lo mismo a las 12 de la noche que a las 7 de la mañana (uno al acostarse, y otro al levantarse).Un sábado de madrugada los gritos de la mencionada dichosa eran tales y tan duraderos que incluso los demás vecinos llamaron a la policía ante semejante jaleo (y seguro que alguno movido por la envidia). La excusa de mi vecino fue que no podía evitarlo su compañera porque la ponía a 100. Todo un macho de los que ya no quedan, desde luego.

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