300.

Vaya por delante que no he leído la obra de Miller, y ahora menos después de ver la película, paso de pagar 20 euros por 96 páginas por muy chulo que sea el formato. El caso es que iba al cine sólo con algunas ideas vistas en los avances de la película y poco más, y lo cierto es que me ha encantado.

El argumento es simple, sin complicaciones, sobre la historia de 300 espartanos que resisten ante los miles de soldados del ejército persa y su rey Jerjes, que desea conquistar las tierras espartanas. El número reducido se debe a que el Rey Leónidas no puede contar con todo el ejército por unas leyes promulgadas por unos sacerdotes corruptos. Donde la película destaca de forma muy notable es en su propuesta visual, impactante y demoledora. Un espectáculo casi de principio a fin y unas secuencias de guerra perfectamente desarrolladas, envueltas en una estética especial. Todo en la película, los actores, el color amortiguado, la banda sonora… está al servicio de estas intensas escenas de combate. Mención aparte merecen los toques de humor que salpican aquí y allá, como la impagable conversación entre Leonidas y Gerges (“me postraría pero tengo un dolor en la pierna que no me deja”) y ese otro momentazo, el cual todavía dudo si es fortuito o premeditado, en el que en una delicada postura y en actitud extraña Jerjes suelta lo de “no son mis latigazos lo que temen”.

Las principales críticas que he leído resaltan por un lado que no refleja por completo el espíritu del cómic (ahí no entro que como digo no lo he leído) y por otro su escaso rigor histórico. Lo segundo para mí no es asumible como crítica porque en ningún momento tenemos intención de ver una película de historia. Si se desea conocer con exactitud lo que pasó basta con coger algún buen libro de historia y leerlo. La intención de la película es basarse en algunos hechos reales y adaptarlos para ofrecer un producto interesante al público. Lo mismo ocurre con aquellos que reniegan del variopinto ejército persa tocado de varios elementos fantásticos como una especie de orcos, magos y bestias salvajes. De nuevo son concesiones a la realidad y a la historia para buscar el principal objetivo de la película, un gran espectáculo visual. Por tanto, impasible ante lo que algunos consideran sus graves defectos, no me queda otra que calificar a la película como excelente y altamente recomendable.

Por cierto, y ya a modo de anécdota, cuando salimos del cine las féminas del grupo no podían evitar destacar el desfile de cuerpos masculinos que supone también la película (algo que para mí no supone una virtud de la misma, jeje). Sin embargo todos los hombres allí presentes concluimos por unanimidad que estaban retocados todos por ordenador. Ellas no estaban de acuerdo, pero había que defender la honrilla masculina de alguna manera.