Listen Without Prejudice Vol. II

Un universo personal e instranferible de intereses, aficiones y desvaríos capturado en este espacio. Cómics, cine, televisión, literatura, deportes, música... entra y escucha sin prejuicios.

sábado, 7 de octubre de 2006

Cuanto sufrir por algo tan pequeño.

Esto de la foto que se ve un poco borroso (seguro que mi mega-cámara digital tiene alguna opción para que las fotos de cerca salgan bien, pero no tengo muchas ganas de ponerme a explorar... a efectos prácticos la foto cumple su función) es una entrada para el partido que la España de mi adorado seleccionador, el Indómito Luis Aragonés, va a jugar contra Argentina el próximo miércoles día 11 con motivo de la inauguración del estadio Nueva Condomina de Murcia.

Un evento de tal magnitud deportiva no se ha visto en Murcia en la vida, además de ser un momento histórico por ser el primer partido del nuevo estadio y tal y cual... por todo ello la expectación ante el partido ha sido máxima, lo que se ha traducido en que conseguir una entrada ha sido una auténtica odisea. Todo el mundo quería una.

Para los no abonados al Real Murcia las entradas se ponían a la venta el viernes a las 10 de la mañana, y ahí estábamos nosotros, unos cuantos valientes, a las 5 de la mañana en la cola, después de habernos levantado a las 4. A esa hora ya había mucha gente en la cola, sentados en hamacas y silletas o durmiendo en sacos o incluso colchones, en medio de la calle. Algunos sin mayor reparo tirados en el duro suelo (seguro que estos venían de fiesta). Allí estuvimos en la cola hasta que al final, a eso de las 12 de la mañana, tras haber pasado por todos los estados de ánimo y distintas sensaciones físicas (frio, calor, hambre...), tuvimos al fin el premio a 7 horas de espera, la dichosa entrada.

Las horas centrales, de las 8 a las 10, fue lo peor. Antes de esa hora, cuando estábamos en la calle, todavía estábamos ligeramente descansados (todo lo descansado que puede estar uno después de haber dormido menos de tres horas) y además estábamos sentados en nuestras silletas. Una vez que accedimos dentro del recinto del estadio, a eso de las 8, tuvimos que dejar las silletas aparcadas en un lado porque molestaban entre la gente. Además, había corrido el rumor en la cola de que las taquillas iban a abrirse a las 9, en lugar de a las 1o. Cuando al final se comprobó que eso no era cierto cundió el desánimo y la resignación entre el personal. A partir de las 10, cuando abrieron ya las taquillas, al menos tenías la sensación de que te movías y que avanzabas hacía tu objetivo, por lo que esas dos últimas horas pasaron más o menos rápidas (además pillamos la cola buena, notablemente más rápida que la otra). Mucho listo intentado colarse incluso ya a última hora, convenientemente abucheados por el público e incluso alguno retirado por la propia policía, y muchos argentinos que no pararon de cantar todo el rato intentado demostrar lo orgullosos que se sienten de ser argentinos en tierra extraña.

Cuando sacamos la entrada y salimos del recinto, cansados pero con el deber cumplido, la cola que aún quedaba era espectacular todavía. Imagino que muchos de ellos se quedarían sin entrada finalmente. Por nuestra parte, a casa nos fuimos con la entrada bien guardada en el bolsillo. Más les vale a los bultos meloneros de la Selección y a los de Argentina esmerarse para que el partido merezca la pena tanto esfuerzo.

Para el Real Murcia, cero patatero a la hora de organizar el evento. Primero que las taquillas se tendrían que haber abierto antes, mímino a las 9, y luego haber distribuido las entradas en al menos dos puntos de venta distintos para evitar la aglomeración que se formó. Un par de medidas para agilizar la venta que los sufridos aficionados hubiéramos agradecido mucho.

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