Esto no para.

Da igual quién sea el presidente, quién sea el entrenador ó quiénes sean los jugadores, lo del Madrid sigue siendo un espectáculo lamentable temporada tras temporada. Tras la patética imagen ofrecida en el último partido del año ante el Recreativo y la derrota en Riazor frente al Deportivo con la que el equipo ha abierto este 2007, las aguas no pueden bajar más revueltas.


Además, las debacles futbolísticas que son ya el pan nuestro de cada día vienen adornadas por jugadores que rajan contra el entrenador por su suplencia y que son pillados por las cámaras, jugadores que se pasan en salir de fiesta y luego son castigados sin jugar, jugadores que son la sombra deportiva de lo que eran la temporada pasada y un presidente continuamente amenazado con revisiones electorales que pueden sacarle del cargo.

En este panorama un tanto desolador, se habla estos días de la mano dura que Capello, respaldado por presidente y director deportivo, va a tomar en el club. Su primera medida es hacer los entrenamientos a puerta cerrada, algo que no termino de entender en qué puede beneficiar, más allá de para ocultar información a los aficionados. Se habla de limpieza en la plantilla, con Ronaldo y Casano fulminados este mismo enero, y Beckham, Salgado e incluso Raúl a final de temporada. Y se habla también de jugadores que pueden terminar con sus huesos en el banquillo ante su bajo rendimiento (Cannavaro, Emerson, Diarrá…). Los males del Madrid crecen como los proverbiales enanos del circo.

Este cuento de la “operación limpieza” se viene oyendo desde hace ya varios años y siempre de forma reactiva a situaciones complicadas como la actual, para quedarse después en una simple limpieza de jugadores “menores” mientras que los pesos pesados continúan en el equipo y se fichan por ingentes cantidades de euros jugadores que luego no dan la talla. La planificación deportiva de estos años ha sido nefasta y ahora se recogen los frutos. Un ejército de gordos, desmotivados y acabados que hoy por hoy arrastran una camiseta y hunden a un equipo al que los recién llegados, como los nuevos fichajes (Gago, Higuaín…), son incapaces de sacar a flote. Que siga la fiesta.