Cine: Salvar al soldado Ryan.

La película que comento hoy no es una película de guerra, es LA película de guerra. Steven Spielberg dirige una historia ambientada en la II Guerra Mundial, donde se cuenta la historia de un grupo de soldados que tras el desembarco de Normandia son enviados a buscar al soldado James Ryan, ya que este ha perdido a sus tres hermanos en combate y el alto mando norteamericano ha decidido mandarlo a casa. Sin embargo, buscar a una persona en concreto no es nada fácil en medio del inmenso caos y horror de la Francia ocupada por los alemanes. El grupito de soldados comandados por el Capitán Miller (Tom Hanks) tendrán que enfrentarse a las tropas enemigas y a sus propias dudas sobre la necesidad de tal mision.

La película arranca con 20 minutos espectaculares y demoledores donde asistimos al Desembarco de Normandia en las costas francesas por las tropas aliadas, un auténtico despliegue visual como nunca antes se había visto en el que se muestra con toda crudeza los horrores y miserias de una acción bélica. Estos minutos iniciales no tienen música, las escenas se apoyan en el sonido ambiente de la guerra y en el uso especial de la imagen, que sigue a los soldados dando botes, como si el mismo cámara estuviera también corriendo, por lo que realmente te sumerges en la acción. Una auténtica maravilla técnica. Al igual que ocurre en las batallas épicas de El Señor de los Anillos, creo que el género de guerra alcanza la perfección con esta película, de modo que otras películas bélicas pueden aspirar a igualarla pero no a superarla.

El reparto está encabezado por un (una vez más) soberbio Tom Hanks, que clava al eficiente y misterioso Capitán Miller, un hombre reservado del que la tropa a su mando apenas sabe nada. Junto a él un grupo de actores más o menos conocidos, como Tom Sizemore, Edward Burns, Matt Damon o incluso Vin Diesel (en serio que sale, a mi me costó reconocerlo). Durante la película vemos el viaje de estos soldados para cumplir su complicada misión, alternando momentos de acción y tensión magistralmente plasmados en la pantalla con otros en los que se intenta profundizar en el sentido que los soldados dan a la guerra y cómo la viven. Uno de mis momentos favoritos es cuando, tras ver a su grupo peleándose por dejar o no escapar a un prisionero alemán, el Capitán Miller les cuenta la verdad sobre su vida anterior a la guerra, a qué se dedicaba y cuál es su objetivo con esta misión, en un claro ejemplo de cómo la guerra puede destruir todo lo que un hombre era y convertirlo en alguien desconocido incluso para sí mismo.

De esta película derivó una miniserie de televisión, "Hermanos de sangre", producida por los propios Spielberg y Hanks, con una realización técnica y una estética muy similar al de la película, aunque con otros protagonistas, y que por unas cosas u otras tengo a medio ver.