El regreso de los antisueños.
Esta mañana, las fuerzas anti-sueño que residen en mi edificio han vuelto a actuar, tras un periodo de inactividad en el que con seguridad estaban ideando nuevos y retorcidos planes para alterar el sueño de los vecinos. Sin previo aviso, esta mañana a las 11 en punto se han iniciado las hostilidades. La vecina Vieja y Sorda ha supuesto la primera oleada de ataque mediante la misa de La 2 a todo volumen, con su coro y sus sermones. Hay que resaltar la crueldad inherente a este método, fruto sin duda de una mente pervertida.
Ante este ataque inesperado y demoledor, no ha quedado más remedio que replegar posiciones y retroceder a una nueva posición más segura, alejada de las malignas ondas onírico-disruptivas (la habitación de mis padres). Sin embargo el enemigo estaba preparado para esta eventualidad y, con una coordinación propia de largas horas de planificación y entrenamiento, ha reaccionado con la segunda fase de su ataque. Esta labor ha caído sobre el vecino Músico-Hippie, estratégicamente situado justo bajo la ventana de nuestra nueva posición, con música a elevado nivel de decibelios. Ante la imposibilidad de replegarnos a una nueva posición con un mínimo de condiciones, no ha quedado más remedio que atrincherarnos y resistir de forma numantina el bombardeo musical de diferentes estilos y volúmenes, resignados a nuestra suerte.
Pues eso, que me cago en mis putos vecinos y sus misas y sus músicas. Desde ya planeo mi justa venganza.
Ante este ataque inesperado y demoledor, no ha quedado más remedio que replegar posiciones y retroceder a una nueva posición más segura, alejada de las malignas ondas onírico-disruptivas (la habitación de mis padres). Sin embargo el enemigo estaba preparado para esta eventualidad y, con una coordinación propia de largas horas de planificación y entrenamiento, ha reaccionado con la segunda fase de su ataque. Esta labor ha caído sobre el vecino Músico-Hippie, estratégicamente situado justo bajo la ventana de nuestra nueva posición, con música a elevado nivel de decibelios. Ante la imposibilidad de replegarnos a una nueva posición con un mínimo de condiciones, no ha quedado más remedio que atrincherarnos y resistir de forma numantina el bombardeo musical de diferentes estilos y volúmenes, resignados a nuestra suerte.
Pues eso, que me cago en mis putos vecinos y sus misas y sus músicas. Desde ya planeo mi justa venganza.
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